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Valores de la Subbética: Carmen Cáliz, el rostro de la solidaridad cotidiana en Lucena

A sus 56 años, Carmen Cáliz se ha convertido en un ejemplo vivo de lo que significa dedicar la vida al servicio de los demás. Desde Cáritas, esta voluntaria lucentina demuestra cada día que la solidaridad puede transformar vidas, incluida la suya propia.

Una vocación que nace de la fe

Para Carmen, su compromiso va más allá de la simple ayuda puntual. Su labor en Cáritas parroquial no solo implica atender necesidades inmediatas, sino promover el desarrollo integral de las personas. “Escuchar sus dificultades y atender su dignidad es fundamental. No se trata solo de dar, sino de ayudarles a crecer”, señala.

Su fe cristiana es el motor que impulsa su incansable labor. Según ella, su vocación es una forma de expresar el amor en acción. “Siento que cada día mi fe me llama a tender la mano a quienes tienen dificultades para salir adelante”, confiesa con humildad.

Coordinando solidaridad desde el corazón

Como coordinadora de su Cáritas parroquial, Carmen tiene la difícil pero gratificante tarea de poner en marcha un entramado de apoyo que involucra a voluntarios, el Banco de Alimentos y los Servicios Sociales, entre otros. “Mis compañeros dicen que soy una ‘marimandona’, pero hasta para eso hay que servir”, dice entre risas. Para ella, liderar es otra manera de servir, de hacer que la ayuda llegue a donde más se necesita.

Más que un comedor, un hogar

Cada día, Carmen también dedica tiempo al comedor social de Lucena, donde ofrece comida y esperanza a decenas de familias que atraviesan momentos difíciles. “Aquí, o pagan o comen. Y para muchos, esta es su única salida”, explica. Las personas que acuden al comedor lo hacen con respeto y gratitud, y Carmen insiste en que son ellas quienes le dan más de lo que ella les ofrece: “Este voluntariado me ha enseñado que quien da, recibe el ciento por uno”.

Solidaridad frente a las nuevas necesidades

Carmen ha sabido adaptarse a las nuevas formas de pobreza que emergen en su comunidad, desde precariedad laboral hasta aislamiento social. Su sensibilidad la ha convertido en un referente en Lucena, donde muchas personas encuentran en ella no solo ayuda material, sino una guía para recuperar su dignidad.

“El servicio es mi lugar en el mundo”

Para Carmen, Cáritas es más que una organización: es su lugar en el mundo. Su labor cotidiana es un testimonio de cómo la solidaridad puede convertirse en un modo de vida. “En Cáritas he encontrado mi sitio. Aquí soy feliz, porque siento que estoy haciendo lo que debo hacer”, asegura con una sonrisa.

En sus palabras se define:

Nadie mejor que uno mismo para definirse sin hacerlo directamente, y en estas palabras salidas de su propia boca, se puede definir muy bien el carácter y los valores de Carmen

 

“No se trata solo de dar, sino de ayudarles a crecer.”

 

“Mis compañeros dicen que soy una ‘marimandona’, pero hasta para eso hay que servir.”

 

“Este voluntariado me ha enseñado que quien da, recibe el ciento por uno.”

 

Carmen Cáliz es un ejemplo de cómo las pequeñas acciones diarias, impulsadas por la empatía y la fe, pueden cambiar el mundo de quienes más lo necesitan. Su historia es un recordatorio de que la verdadera solidaridad se encuentra en lo cotidiano, en ese tender la mano sin esperar nada a cambio.

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